Clamando por la ayuda de Dios, me di cuenta que acababa de hacer exactamente lo mismo con mi Padre. En este período de angustia y prueba, Dios se ha manifestado en mi vida, con bendición. Él ha ido sanando cada herida. Su Palabra me corrige y me guía en cada situación. Me ha rodeado de gente maravillosa que me manifiesta su amor y apoyo constante. Me dio un trabajo donde se reconoce mi aporte y valor. ¿Y qué hago? Viene otra réplica del terremoto y le pongo más atención al mal del momento que a Su amor.
Pero Dios no se enoja conmigo por esa sordera necia, sino que en su misericordia me vuelve a instruir y hacer ver que debo seguir confiando en Él; que soy su hija; que nada me apartará de su gran amor. Sé que es Dios quien me sostiene con su mano poderosa y clemente en medio de las crisis en mi vida.
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