Durante un par de años, colaboré con la maestra de una clase de preescolares mientras los padres de los niños participaban en un estudio bíblico. Cada semana, una decena o más de niños de tres años de edad se reunían en la clase para disfrutar de dos horas de canciones, juegos y lecciones bíblicas. Volvía a casa lista para tomar una siesta, y también llena de una inmensa alegría, al saber que mi servicio había permitido que aquellas madres cansadas tomasen un descanso. Todos los que trabajan para Dios necesitan ayuda. Después de la construcción del tabernáculo, Dios apartó a los levitas para que asistie- ran a Aarón, el sumo sacerdote. En el versículo citado, Dios describe a estos hombres como «un don a Aarón y a sus hijos».
¡Qué gran ayuda fueron estos hombres para Aarón y los israelitas! Sirvieron en las tareas diarias en el tabernáculo, compartiendo la carga de desarmar el tabernáculo y rearmarlo cada vez que llegaban a un lugar nuevo. Podemos ofrecer a nuestras iglesias locales y ministerios el don del servicio. Ya sea enseñar, limpiar, saludar a la gente, ordenar un cuarto u orar regularmente por un ministerio, Dios puede usar nuestra tarea para la extensión de su Reino y para alentar a sus líderes. Ningún don es demasiado pequeño.
Autor
Sra. Amelia Rhodes (Michigan, EE.UU.)
Pensamiento para el día
¿Qué tarea me ha llamado a hacer Dios?
Oración
Amado Señor, hoy te ofrecemos nuestro tiempo como un don. Muéstranos dónde podemos servirte. Amén.
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